La libertad de las mujeres es el poder de mejorar la vida

Compartimos con nuestras lectoras un artículo escrito por Sara Morace y Dario Renzi, principales inspiradores de la corriente internacional Humanista Socialista. Esta nota se publicó en el periódico de Comuna Socialista Nº 36, en marzo de 2017. Forma parte de una trilogía de artículos que se detienen en la reflexión humanista socialista que parte de la libertad de las mujeres como la posibilidad de la liberación de todos y que será motivo de reflexión en la próxima ronda de colectivos. ¡Buena lectura!


La libertad de las mujeres es el poder de mejorar la vida

El nacimiento de una nueva vida depende de una mujer. Que sea libre de elegir la concepción y llevar adelante o no un embarazo es garantía tanto de su bien como del recién nacido.

Más que un simple instinto, lo que hay es un sentimiento materno. Puede serlo de modo positivo y expansivo para el crecimiento de los niños y no solamente de ellos, si las mujeres son libres de descubrirlo y cultivarlo juntas y de expresarlo más allá del hecho de ser madres biológicas o no. Porque desde siempre son, todas y cada una de ellas, madres de la especie, por lo menos potencialmente.

Desde los primeros pasos de la existencia somos preferentemente educadas/os por una o más mujeres. De lo contrario, sentimos su ausencia. Quizás es también así después: son ellas, directa o indirectamente, las maestras que nos orientan, que nos (re)conducen en un sentido más íntegro de la vida. Tienden a ser más sabias y no solo más prácticas, más pacientes y no solo más reactivas, más reflexivas y no solo más intuitivas, más generosas y por lo tanto más disponibles. Si estas cualidades se vuelven para cada mujer razón de libertad y no de sacrificio como es actualmente, se beneficiarán las protagonistas y todos aquellos que las reconozcan y de ellas aprendan.

Las mujeres pueden ser inspiradoras de amor en todas sus formas. En parte ya lo son cuando buscan ligar el placer con el bien, no entendiéndolo solo como un hecho material sino como un valor moral. Si afirman también en esto su capacidad y libertad de elección, las relaciones amorosas pueden convertirse en un motivo de mayor felicidad y realización para cada una y cada uno, rompiendo constricciones y costumbres patriarcales y machistas.

Poder en femenino puede no ser únicamente un sustantivo sino un verbo de la vida mejor. Poder vivir junto a los otros y no imponer el poder sobre la vida de los otros. Nos lo sugieren muchas pruebas cotidianas, pero estas son censuradas o desatendidas. Es hora de rastrearlas mirando más profundamente dentro y fuera de sí.

Hay una colosal e innegable realidad histórica a considerar. La enorme mayoría del género femenino ha mostrado repetidas veces coraje y fuerza a la hora de rechazar el más terrible de los males producido por los seres humanos contra sí mismos. Desde hace cinco mil años las guerras se han convertido en el factor determinante y devastador en las relaciones entre los pueblos, llevando muerte y terror, pervirtiendo la idea de vivibilidad en la de la asesinabilidad. Fueron sobre todo decenas de millones de mujeres de toda época, clase o credo, más o menos activa y conscientemente, las que afrontaron la furia bélica. Si no lograron impedir la guerra, la han enfrentado contribuyendo así a la libertad esencial de la especie: la de la supervivencia. ¿No es esta, quizás, una prueba extraordinaria del potencial poder positivo que encarnan?

Las mujeres pueden guiarnos a todas y todos para elegir una vida más libre. Por ello su libertad de elegir, en todos los aspectos de la vida, es un valor fundamental por el que comprometerse.

Sara Morace y Dario Renzi

Publicado en La Comune 287