La libertad de las mujeres depende de las mujeres mismas

Continuamos la publicación de la trilogía escrita por Sara Morace y Dario Renzi, principales inspiradores de la corriente internacional Humanista Socialista, sobre “La libertad de las mujeres es la libertad de todos”. En esta ocasión, compartimos con ustedes el siguiente artículo publicado en el periódico de Comuna Socialista N° 37, en mayo de 2017. Cobra mayor importancia en la actualidad local, en la que el protagonismo femenino se ve amenazado por la avanzada institucionalista que promueve el gobierno peronista con el engaño de la delegación, la negación o la cooptación de las búsquedas de las mujeres.   


La libertad de las mujeres depende de las mujeres mismas

Millones de mujeres, juntas, en toda época y en los lugares más diversos, han conseguido enfrentar las guerras, es decir, la suprema violencia concentrada.

Sin embargo, millones de mujeres, solas, en la vida cotidiana, sufren violencia por parte de hombres y a menudo (demasiado a menudo) no logran reaccionar.

Contraponerse a la violencia es, por lo tanto, una cuestión de unidad de género. Son las mujeres que reaccionan las que pueden suscitar la reacción y la atención de las demás, para ayudarlas a salir del aislamiento, para defenderse de las amenazas y prevenirlas.

Contraponerse a la violencia es, por lo tanto y en primer lugar, una cuestión de conciencia individual y colectiva y de las propuestas e iniciativas que de ella derivan. Conciencia, propuestas e iniciativas de valores positivos de las cuales puede surgir el coraje, en torno al que nos podemos acercar y unir.

El primero entre ellos es el valor de la libertad de las mujeres, de todas y cada una. Libertad de elegir en el amor y en la vida, en casa y afuera de ella, de procrear y educar, de cuidarse y vestirse, de expresarse y de contar, de elegir espacios y tiempos propios. La libertad femenina no puede venir de las instituciones, de los patrones o de los padres, sino que surge de las mujeres mismas: es la libertad originaria del nacimiento y del crecimiento. Puede ser una libertad positiva, afirmando el bien para cada mujer, un bien que atañe al rescate de toda la humanidad. Deriva de ella una mayor fuerza para negar y contrarrestar la violencia de género en todas sus formas, incluidas aquellas toleradas por las leyes de los Estados patriarcales. La conquista y el desarrollo de esta libertad depende ante todo de las mujeres. Ciertamente los hombres pueden, si lo quieren, aprender de la libertad femenina eligiendo la propia junto a las mujeres.

La manifestación del 26 de noviembre1 puede ser un pasaje importante en esta dirección, pero aún más importante es dar coherencia y continuidad al compromiso. Empezar a encontrarse regularmente entre mujeres, construir dimensiones colectivas en las que intercambiar, acrecentar la conciencia; emprender iniciativas sobre estos valores y con estos fines puede significar empezar a afirmar una nueva subjetividad femenina positiva y propositiva, para que nunca más ninguna sea ofendida, atacada y golpeada.

Sara Morace y Dario Renzi

Publicado en La Comune 287, noviembre 2016

1 Se refiere a la movilización contra la violencia hacia las mujeres realizada en Roma (Italia) el 26 de noviembre de 2016 bajo la consigna Ni Una Menos en homenaje y continuidad con las movilizaciones en Argentina.