Histórica media sanción de la ley de aborto


Una victoria de las mujeres
Profundicemos la unidad desde abajo
Rechacemos el divisionismo
y las calumnias

Todavía resuenan los ecos y sensaciones de la histórica jornada del 13/6, en la que casi un millón de mujeres, en su gran mayoría jóvenes, dijimos bien fuerte ¡Sí a nuestra libertad de elegir! ¡Sí al aborto legal, seguro y gratuito! Ganamos las calles e impusimos una ley. ¿Por qué? Porque emergió la solidaridad; porque las mujeres comenzamos a intuir el bien y la libertad de cada una como el bien y la libertad de todas; porque nos empezamos a reconocer en un protagonismo positivo para afirmar nuestra dignidad y no solo en nuestra condición de víctimas del patriarcado; porque prevaleció la confianza en nosotras mismas frente a la hipocresía del Estado y la Iglesia. Estos aspectos son los más importantes y están en la base de que cientos de miles de mujeres hayan salido a las calles. Creemos que esas ideas, valores y prácticas son las que hay que profundizar, y nos proponemos hacerlo, alimentando y yendo más allá de la lucha –que aún continúa– por el aborto legal.


¿Por qué el patriarcado, la Iglesia y el Estado quieren nuestros cuerpos controlados, nuestra sexualidad, nuestras relaciones y nuestra sentimentalidad controladas? Porque somos el género que da la vida y mayormente la proyecta y la cuida, el género que en mayor medida la piensa unida a cómo la siente. Es porque expresamos esa potencia agente y latente que el patriarcado nos oprime salvajemente. Negar esto es negar nuestras posibilidades de liberación y negar las raíces de la opresión. Por lo tanto hacerle un gran favor al patriarcado. Queremos discutir esto con todas las mujeres disponibles a luchar y a poner en discusión sus propias convicciones para mejorar por y junto a otras (que es la esencia del ser feministas). Apostando por una unidad hecha de interlocución y debate, que vivifique al movimiento de mujeres. Pero no aceptamos las calumnias: rechazamos que se nos llame transfóbicas sin ningún fundamento y con la única intención de crear cizaña y divisiones, basándose en la ignorancia (empezando por la propia) e incrementándola.

Nuestro feminismo se basa en el humanismo, por lo tanto en el respeto de cada persona y en la defensa de su integridad y libertad de elección, por fuera de cualquier imposición o estereotipo. Por eso, al contrario de muchas de las que nos difaman, que se ubican del bando de los proxenetas, trabajamos codo a codo con mujeres y hombres trans en una campaña abolicionista que denuncia a la prostitución como uno de los peores ataques patriarcales a la dignidad humana. Quienes nos calumnian al interior del Colegio Nacional de Buenos Aires son parte de grupos cuyo líder considera que quien duda sobre su heterosexualidad está “vacilando en sus principios” (https://www.eltrecetv.com.ar/videos/cqc/los-politicos-escapan-a-un-examen-de-prostata_064335). O también de grupos que han publicado cartas en el Colegio hablando del “problema de los escraches” (valiente, si bien perfectible, método de autodefensa que adoptaron decenas de chicas y que permitió echar luz sobre lo que ocurría) sin posicionarse contundentemente, como haría falta, sobre el verdadero problema: el de los abusos y los abusadores, que no casualmente es bastante común en sus propias filas. Total, para ellos lo verdaderamente importante son las elecciones.

Nosotras, del Círculo de Amigas Feministas, seguiremos nuestro compromiso de solidaridad entre mujeres, por la dignidad y la libertad. Somos conscientes de que quienes verdaderamente se oponen al patriarcado sufren permanentemente sus ataques y los de sus cómplices. No nos callaremos e invitamos a otras a no hacerlo. A quienes quieran asumir el coraje de un compromiso alternativo y verdaderamente libertario, no preso de las modas ni de las mentiras políticas, les proponemos luchar juntas por el aborto legal, seguro y gratuito y por construir colectivos de mujeres para cambiar la vida desde ahora y desde abajo.

***

Para profundizar
Hablemos de géneros

Nos dijeron que ya no es tiempo de pensar en términos de mujeres y hombres, que está pasado de moda. Pero… perdón… ¿nos perdimos algo? ¿Tanto se habla de mujeres? ¿No estuvimos silenciadas, ocultadas, negadas durante miles de años? Hace apenas algo más de un siglo que las mujeres comenzamos a reconocernos y a pensar en nuestro género (siempre pensando en la humanidad). No es el momento de callarnos nuevamente detrás de discursos disolventes de los géneros. No.

Pensar en géneros es seguramente pensar en la identidad, en la propia y en la de las y los demás. ¿De dónde viene el ser hombre o mujer? ¿Es una imposición de la cultura dominante? ¿Viene de adentro? Es decir, ¿nace en la intimidad de cada una y cada uno? El patriarcado pone tantos obstáculos y trampas renovadas a las mujeres para pensarnos, que poder reflexionar sobre esto sigue siendo muy difícil. Hay intolerancias e incomprensiones.

Seguramente la propia identidad humana y de género radica en aquello que viene de nosotras y nosotros mismos y al mismo tiempo la aprendemos de lo que viene de afuera. La sentimos, brota de nosotras y nosotros, indefectiblemente ligada a nuestra biología (¡separar el cuerpo de los sentimientos y pensamientos nos ha hecho mucho daño!) pero no reducida a ella, y la reconocemos en las personas que nos rodean. Aprendemos a ser imitando, porque desde muy chiquitas y chiquitos crecemos buscando a los otros, yendo hacia las personas (porque nos gustan), imitando a las demás, en primer lugar, y a los demás también. ¿Nacemos o nos hacemos mujeres y hombres? Nacemos niñas y niños y, a los largo de la vida, vamos eligiendo qué mujeres y hombres ser. Lo hacemos sobre la base de nuestras potencialidades humanas y de género. Esta elección no se da en libertad, se da terriblemente condicionada por los parámetros opresivos y patriarcales en los que crecemos y con los que convivimos todos los días. Qué tipo de mujeres y hombres ser no debería estar atado a ningún estereotipo ni a ninguna “orientación” sexual obligatoria, sino que podría estar conscientemente ligado a la amplitud y profundidad del bien que se busca.

Podemos comprometernos para ser libres de mejorarnos como mujeres y esta libertad estimulará la libertad de todos. ¿Por qué? Porque las mujeres somos el género que más piensa el propio bien ligado al de las y los demás; somos el género que más piensa la propia libertad asociada a la de las demás personas. Si las mujeres, sobre la base de nuestro propio protagonismo, liberamos nuestras potencialidades y capacidades, es muy probable que eso redunde en el crecimiento del bien y la libertad de todos. •