Frente a los femicidios en cuarentena. Solidaridad entre mujeres contra la violencia de la familia patriarcal


Durante el aislamiento social obligatorio, fueron doce los femicidios y el número aumenta si tenemos en cuenta el total de los cuerpos sin vida hallados durante la cuarentena. La milenaria institución de la familia patriarcal mata, en primer lugar a las mujeres pero también a las/os niñas/os. El 80% de los femicidios son provocados en el seno familiar. El asesinato es la expresión más brutal dentro del amplio margen de poder negativo en los que se encuentran amparados los “hombres de la casa” sobre las mujeres y su descendencia. 
Por esta razón, para miles de mujeres el aislamiento, necesario para cuidarse de los contagios, aumenta los riesgos. El “yo me quedo en casa” es una trampa de violencia sexual, psicológica y/o física. Según el Ministerio de las Mujeres, Géneros y Diversidad las denuncias al 137 y 144 no paran de multiplicarse, y solo en la Provincia de Buenos Aires aumentaron 60%.
Para cuidarse recíprocamente en este contexto es indispensable ser y estar más unidas y solidarias. Por el contrario, la desidia de los Estados, que poseen un ADN patriarcal irreformable, cotidianamente abandonan a las que más sufren y son cómplices con los violentos. Expresión de esto es el desconcierto y la parálisis del flamante Ministerio de la Mujer, la igualdad y la Diversidad.
Para enfrentar la violencia machista, la solidaridad es un recurso fundamental, es un sentimiento que hace bien tanto al donarlo como al recibirlo y puede crecer aún más si la vivimos diaria y recíprocamente. Podemos ser tejedoras de redes de mujeres que nos protejan de los violentos. Las excusas para conversar con alguna vecina son múltiples, también es importante aprender a escuchar e intentar conocer más a la persona que vive cerca. Hasta puede ser el comienzo de una relación de simpatía o amistad. Hoy mismo podemos comenzar a preguntar a las mujeres que nos rodean cómo están pasando la cuarentena, profundizando aquella cercanía que sentimos miles de nosotras juntas en las plazas. Las esperanzas de mejoramiento de la vida de las mujeres provienen de nosotras mismas, de la posibilidad que tenemos de transformarnos y mejorar junto a otras, de forjar un compromiso estable de garantía y cuidado recíproco ¡seamos protagonistas!