Estados Unidos contra las mujeres ¡Solidaridad femenina sin fronteras!

 


 
 
La anulación del fallo que amparaba el derecho al aborto en Estados Unidos es una brutal embestida contra la vida y la libertad de las mujeres, acorde con los intereses patriarcales y bélicos de los Estados. Es sintomático que en la misma semana que la justicia de dicho país quitó a las mujeres la posibilidad de decidir, otorgó mayores libertades a los violentos para lucir y –tarde o temprano– usar sus armas. El retrógrado fallo es una venganza patriarcal contra los orígenes del movimiento feminista, que por años viene demoliendo las mentiras sobre las que se construyó el sistema opresivo que legitima el machismo. Asistimos a la larga agonía –decadente y peligrosa– del patriarcado, que busca nuevas formas para mantener sus privilegios. Hoy acude a su rescate la pseudoteoría antifemenina queer, que desde las universidades intenta cancelar o negar el género femenino, por tanto a la humanidad. Con un grado de ironía necesaria, preguntémosle al transfeminismo: ¿las mujeres en Estados Unidos siguen siendo privilegiadas? ¿O lo son más las ucranianas, que sufren los bombardeos y violaciones de los ejércitos? ¿O tal vez lo son las argentinas, que casi diariamente mueren en manos de femicidas?

El ataque a nuestras hermanas en Norteamérica es un ataque hacia todas. La solidaridad femenina sin fronteras puede ser el mejor recurso, el más concreto, al que todas tenemos acceso, para hacer frente a la violencia patriarcal. Porque puede ser un valor con el cual tejer relaciones y ámbitos más benéficos y seguros, que sirva para conocernos –no solo directamente– y evaluar a las personas. La solidaridad necesita ser pensada y activada, es un ejercicio que puede mejorarnos y a la vez poner a resguardo nuestra vida y la de las demás. La solidaridad entre mujeres puede tener como horizonte un sentimiento de hermandad femenina, en la que el bien y la cooperación recíproca sea la fuerza para reubicar la envidia y la competencia que nos debilitan. La solidaridad directa hace crecer el protagonismo de cada una, puede radicalizar la lucha por la defensa de la vida en un compromiso cotidiano por la pacificación contra la prepotencia y las lógicas bélicas a las que estamos expuestas. En definitiva, podemos elegir ser mujeres solidarias para cambiar y mejorar nuestras vidas, rescatando nuestra propia humanidad junta a otras.

En el contexto que nos toca vivir podemos reaccionar, encontrarnos y construir ámbitos independientes y estables de reflexión para hacer crecer nuestras conciencias, lo que seguramente reforzará nuestra lucha en las calles. Quizás nuestras hermanas norteamericanas cayeron en la ingenuidad de confiar en las instituciones democráticas el derecho al aborto –a través de un fallo que pendía de un hilo tan delgado que seis jueces lograron cortarlo– y la delegación pasó su factura. Develemos el engaño democrático. En este país, Alberto Fernández no vino a “terminar con el patriarcado”. Muy por el contrario, el peronismo intenta aplastar el protagonismo femenino extendido de los últimos años a través de alguna concesión y de la cooptación política.

Te invitamos a los colectivos del CAF para comenzar un camino de solidaridad femenina, en el que la independencia de las tutelas laicas y religiosas nos posicione siempre por la defensa de la vida y por la libertad de las mujeres, que es la libertad de todos.

Cecilia Buttazzoni

Publicado en Comuna Socialista 72


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